¿El lugar? San Luis, Salta, ¿la excusa?: los cumpleaños de dos “pibes” de sesenta y pico: Juan Manuel Medina y Daniel Centeno.

Uno de ellos sintetizó el momento vivido diciendo: “Finalmente, hubo una reunión para festejar los cumpleaños de Daniel Centeno y Juan Manuel Medina. Se realizó en el hogar de campo del “perrito” Medina, donde todo estuvo fantástico. Ese lugar, de pronto se tornó como una máquina del tiempo donde los 16 “viejitos”, se trasladaron a otro momento y fueron otra vez los pibes que siempre somos cuando nos reunimos.

El día se complotó para brindar una doble calidez: la del clima en sí y la otra, la del dueño de casa, de abrir su corazón y brindarnos todo su afecto a través de un exquisito asado. Se disfrutó de la pileta, de canciones y de un ladrón. Sí, hubo un ladrón en ese evento y fue “Mimí” Rosas -quien es poco habitué de participar de esas reuniones-, que, con sus ocurrencias y canciones se robó la fiesta, será porque tenía permiso de su esposa. En ese lapso, 16 nonos fuimos felices y más felicidad cundió cuando uno de ellos –el “chino” Balduzzi, pidió el micrófono y realizó una propuesta genial: la de celebrar los 50 años de la promoción (se cumplen el año que viene), y la verdad que es un hecho que no debería pasar sin marcar lo que significa esa institución para nosotros.

Abrir el corazón

Otro de ellos abrió su corazón y comentó: “comparto mí experiencia personal de hace muchos años, en un momento de mi vida qué me quebré, me sentí solo y vacío.

Conocí la soledad estando rodeado de gente, familiares, amigos, gente del trabajo.

Tal fue mí desconsuelo, que un día armé un bolso y me fui a buenos Aires a buscar sanarme y encontrar mi destino.

Un día en la iglesia del Pilar, asistiendo a una misa y cuando la gente salía, estando parado a un costado se acercó una persona joven que me debe haber visto tan mal que llegó a mí lado y me dio un gran abrazo, se fue y ese abrazo fue hermoso.

Y a lo largo de ese camino de recuperación, puedo contar varios abrazos que me dieron la fuerza necesaria junto con la voluntad de salir adelante y la fe en Dios, de luchar por mí y mi familia.

Yo siempre tuve que importarme, poner cara de piedra o cartón según las circunstancias que vivía especialmente por la profesión que elegí.

Esa profesión te hace duro, porque la vida me dio varios golpes señeros, inesperados, donde más dolió, que me sacaron la soberbia, el orgullo y las creencias que ponía por delante.

Hoy gracias a Dios sigo adelante, convencido que el pasado no se arregla ni por más que quieras enmendar, el futuro es incierto.

Hay que vivir el tiempo presente, valorar la familia por más defectos que tenga, la salud, el amor el respeto y la amistad.

Todo lo demás es pasajero”.

Sabias palabras para compartir con algunos de los integrantes de la Quinta Promoción del Instituto Padre Gabriel Tommasini, egresados ya hace apenas 49 años.

Para la felicidad no hay edad, hay que tener actitud para disfrutarla.