Una carrera a dedo… con destino de obediencia
Para muchos, el gran logro de esta diputada fue estar en el lugar justo en el momento indicado.
Sin una carrera legislativa destacada, ni proyectos que hayan cambiado la vida de los salteños, María Emilia Orozco pasó de encargada de prensa de Alfredo Olmedo a legisladora nacional por el efecto colateral de renuncias, condenas judiciales y acomodos internos.
Se recibió de licenciada en Ciencias de la Comunicación, en la UNSa, pero la coherencia comunicacional no parece haberla acompañado en su trayectoria. Llegó al Concejo Deliberante tras el vacío que dejó un edil condenado por robo. Luego, volvió a candidatearse… en distintos frentes, en distintos lugares y en posiciones diversas, casi siempre por imposición de su espacio.
Cuando no logró entrar por los votos, entró por la ventana partidaria.
Su paso por Ahora Patria, Juntos por el Cambio, Avancemos y ahora La Libertad Avanza demuestra más zigzag político que convicción. Y cuando los votos no alcanzaban, los sorteos de dólares con Olmedo y las fotos con Milei dieron la visibilidad que la gestión no aportaba.
En el Congreso, se alineó sin matices al veto presidencial: votó en contra del financiamiento universitario, votó en contra de la emergencia en discapacidad, votó en contra de la emergencia pediátrica y votó en contra del aumento a los jubilados. Todos proyectos que Milei vetó… y que ella avaló sin chistar.
Y mientras en Salta no se conocen sus propuestas legislativas concretas, sí se conocen sus viajes a Dubái bajo la excusa de una “misión por la accesibilidad de la discapacidad”. De Israel poco y nada. De fotos turísticas, mucho.
En cuanto a su rol como presidenta de la Comisión de Libertad de Expresión, su silencio es estruendoso. Que no convoque a sesionar mientras Milei embiste contra periodistas, medios y voces disidentes, no es casualidad: es complicidad. O peor, obediencia ideológica. Porque Orozco no solo calla: también ataca.
Ya insultó públicamente a periodistas salteños, adoptando la misma lógica de escarnio con la que opera el oficialismo en redes. Y eso no es un error aislado: es un método. De quien debiera proteger la libertad de prensa, pero prefiere alinearse contra quienes la critican o, para ella, la "agreden".
Su figura es la de una política de cargos prestados, con visibilidad alta, pero impacto legislativo bajo. Sin gestión, sin propuestas transformadoras, sin defensa de derechos elementales.
La pregunta lógica que surge: ¿su puesto, no merece un recambio institucional, simplemente por inacción o por genuflexión presidencial?.
Ahora busca ser senadora. ¿Para qué? ¿Para obedecer más cómodamente? ¿O para cobrar una dieta que ronda los 8 millones de pesos en mano? No se sabe, sólo ella y su apetencia lo puede aclarar, sin olvidar que alguna vez "enrostró" lo que cobraban los concejales en Salta, como si fuera un pecado capital, propio de la "casta política".
Lo que sí se sabe es que, en su caso, en estas elecciones..., de muestra basta un botón.