El caso de la usina de Fake News, orquestada por el diputado nacional Emiliano Estrada sigue engordando día a día. Desde su aparición en los medios de comunicación y en las redes, cada día se suma un nuevo capítulo a este vergonzoso hecho que ya es escándalo nacional.
Luego de que se conociera que los imputados declararon en sede judicial su verdad sobre los hechos, el principal actor, el diputado nacional Emiliano Estrada, fue imputado y citado a declarar en la Justicia, en el día de hoy, el legislador no se presentó; sí presentó un escrito a través de su abogado. Una perla más para quien debería dar el ejemplo de que la ley es igual para todos, y poner la cara y su presencia.
Entonces, todo se remite a una confesión en las redes de una de las personas involucradas en este tema. Se trata de una declaración pública realizada por Florencia Bustamante, la que ya declaró oportunamente en la justicia el 8 de enero.
Las líneas que siguen son la transcripción de su desahogo a través de Instagram:
“nubevoladora___Soy Flor, bastante mencionada por estos días, y desde la impotencia que siento, hoy pude sentarme a escribir.
Estoy triste y angustiada por todo lo que surgió desde que esta causa tomó estado público. También siento cierto alivio por enfrentar la situación y poder decir la verdad. Por eso quiero contar lo ocurrido tras ser imputada por intimidación pública.
Y pedir perdón.
¿Este es el costo que tengo que pagar por cumplir con lo que me pedían? Sí, y nunca dimensioné hasta que esta bomba me explotó.
Toda esta situación arruinó mi vida emocional, económica y social. Desde que esto pasó, no hay un día en que no sienta angustia, ansiedad e incluso ataques de pánico. Lo poco que hablo con mi amigo Alo es sobre querer irnos de Salta o sobre cómo vamos a hacer para repuntar nuestras vidas. Sentimos que estamos en el ojo de la tormenta por haber cumplido con los pedidos de quien era nuestro jefe, Emiliano Estrada, y terminamos rompiendo todo, todo.
Hace 15 días que no como bien, no duermo y no puedo ver a mi entorno porque me da miedo que ellos se vean involucrados.
Siento que las personas afectadas por los videos están enojadas conmigo, y yo a muchas las conozco por mi trabajo; sé que son gente buena y que no tienen intenciones de joder a nadie.
Involucré a amigos que, por intentar ayudarme y sacarme de este lío, fueron mencionados en medios y envueltos en un escándalo que tiene un único responsable.
Decidí declarar, decir la verdad y contar cómo fue todo esto, porque el cuero lo pongo yo, y sí creo en la Justicia. Si mi familia no me alertaba de lo que estaba pasando, yo iba a ser la persona que "tapara" a Estrada para que él no asumiera la responsabilidad de todo lo que se hizo en redes sociales. Pero yo no soy eso. Soy una mina a la que le gusta tener la frente en alto, que se hizo de abajo y que ama agarrar la cámara y sentir que puede cambiar un
cachito el mundo. No soy alguien que se oculta ni que no da la cara. Nadie me amenazó ni me obligó a ir a declarar; lo hice porque sentí que era sanador y que siempre es por ahí, con la verdad, aunque duela y sea difícil.
Hoy estoy viviendo una pesadilla y no me imagino cómo se sintieron cuando vieron sus caras en esos videos. No está bueno lo que hice. Esto es una lección y un aprendizaje, y yo solo quiero poder darles a mis hijas la tranquilidad y la vida que se merecen”.
Desde el punto de vista periodístico, si esto es lo que relató, con más detalles en la Justicia, se podría inferir que el diputado nacional Emiliano Estrada es el autor intelectual de la maniobra que utilizó para difamar a sus rivales políticos, principalmente al gobernador Gustavo Sáenz y también a otros personajes del quehacer salteño. Este hecho tipificado como difamación, se produce cuando una persona publica o hace una declaración falsa con el fin de dañar la reputación de otra persona. La difamación escrita se denomina calumnia y está penada por las leyes argentinas.
En cuanto a la confesión de Florencia, lo que transmite su relato, es simplemente el de una mujer que –evidentemente tarde- se dio cuenta de que estaba siendo utilizada por esta persona inescrupulosa que no tuvo ningún reparo en solicitar los servicios de los tres primeros imputados en la causa. Un gesto que destaca su dignidad –muy vapuleada- es el de pedir perdón.
La realidad que compromete aún más al legislador salteño la brinda el simple hecho de ser “su” empleada en el Congreso de la Nación, que la ubica en un estado –prácticamente- de indefensión con respecto a su “patrón”.
Aunque al final, el sueldo se lo pagan todos los contribuyentes.
