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Diputada propone eliminar jubilaciones a curas y sacerdotes en busca de equidad

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La diputada nacional por la Unión Cívica Radical (UCR) de Córdoba, Gabriela Brouwer de Koning, ha presentado un proyecto de ley con el objetivo de derogar normativas que otorgan beneficios económicos y previsionales al clero católico.

La legisladora busca eliminar leyes y decretos que asignan pensiones, jubilaciones y remuneraciones a curas y sacerdotes, argumentando que estas disposiciones no corresponden con los principios de laicidad del Estado ni con criterios de equidad.

Según Brouwer de Koning, estos beneficios representan "privilegios injustificados" debido a su carácter "no contributivo", lo cual los aleja de las políticas de sostenibilidad financiera que el país necesita, especialmente en un contexto de ajuste del gasto público. Además, señaló que el Comité de Derechos Humanos de la ONU ha manifestado inquietudes sobre el trato preferencial que recibe la Iglesia Católica comparado con otras religiones.

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"El Estado debe ser neutral frente a las distintas creencias", afirmó la legisladora, argumentando que el uso de recursos públicos debe destinarse a áreas prioritarias que beneficien de manera equitativa a toda la sociedad. Subrayó que este tipo de reformas permitirían redirigir los fondos ahorrados hacia sectores con necesidades más urgentes, sin que esto esté influenciado por credos religiosos.

No es la primera vez que Brouwer de Koning aborda el tema de los beneficios especiales otorgados por el Estado. Anteriormente, había presentado un proyecto para regular los esquemas jubilatorios de los expresidentes, continuando así en una línea de propuestas enfocadas en la racionalización de los recursos públicos y la eliminación de beneficios considerados anacrónicos.

La diputada justificó su propuesta en el marco de “fortalecer la separación entre la Iglesia y el Estado” para promover un acceso igualitario al sistema previsional. El proyecto incluye la derogación de varias disposiciones clave, entre ellas:

- La Ley 21.540, que otorga una pensión vitalicia a los arzobispos y obispos que dejen su cargo por razones de edad o invalidez, equivalente al 70% de la remuneración de un juez nacional de primera instancia, y al 60% para los obispos auxiliares.

- El Decreto Ley 21.950, que establece una asignación equivalente al 80% de la remuneración fijada al cargo de juez nacional de primera instancia para arzobispos y obispos, y una asignación del 70% de la remuneración mencionada para los obispos auxiliares.

- El Decreto 22.162, que autoriza al Poder Ejecutivo a otorgar una asignación a curas párrocos de zonas de frontera, equivalente a la categoría 16 del personal civil de la administración pública.

- El Decreto Ley 22.430, que concede una pensión vitalicia a sacerdotes seculares de 65 años o incapacitados, equivalente al haber mínimo jubilatorio nacional.

- El Decreto Ley 22.950, que destina una contribución mensual a la formación del clero diocesano por cada alumno en seminarios mayores.

OPINIÓN DEL PERIODISTA

La propuesta presentada por la diputada Gabriela Brouwer de Koning para eliminar las jubilaciones y beneficios económicos otorgados al clero católico abre un importante debate sobre la equidad y la laicidad del Estado. A primera vista, podría parecer una medida justa bajo el principio de que el Estado debe ser neutral frente a todas las religiones y doctrinas, pero, al analizar más a fondo, surgen ciertas dudas sobre si "ley pareja" es verdaderamente una ley justa en este caso específico.
El planteo de la diputada se fundamenta en la idea de eliminar "privilegios injustificados" en un contexto de crisis, buscando una gestión más racional de los recursos públicos. Sin embargo, resulta fundamental evaluar las implicancias sociales, históricas y culturales que este tipo de medidas puede acarrear. No se debe ignorar que, durante muchos años, el clero ha ocupado roles de relevancia social que van más allá de lo exclusivamente religioso, cumpliendo funciones comunitarias, educativas y asistenciales, en ocasiones, en zonas apartadas donde el Estado no está presente.
Aunque el Comité de Derechos Humanos de la ONU haya cuestionado el trato preferencial que recibe la Iglesia Católica, también es cierto que el ámbito religioso resulta heterogéneo y fundacional en el tejido social argentino. Tratar a todas las entidades por igual bajo parámetros estrictamente económicos pudiera no percibirse como equitativo, sino rígido, desconociendo la diversidad de impactos y aportes que éstas generan en sus comunidades.
Además, ¿qué parámetros se utilizarán para reenfocar los fondos? Si la idea es destinar ese ahorro a programas prioritarios, como salud, educación o desarrollo social, la medida podría aliviar presiones en ciertas áreas. Sin embargo, cabe preguntarse si estos recursos alcanzarán para cubrir las tareas que, históricamente, ciertos sectores del clero han asumido en ausencia del Estado.
La equidad exige más que la simple eliminación de un beneficio; implica un análisis minucioso de las particularidades de cada caso. No todos los sacerdotes, monjas o miembros de comunidades religiosas cuentan con un sustento alternativo, y podría argumentarse que la medida resulta más dañina para aquellos que han dedicado su vida a un trabajo comunitario y social desinteresado. Tal vez este asunto necesite soluciones intermedias, como la creación de un esquema contributivo adaptado o el otorgamiento de subsidios en situaciones puntuales.
Se trata, entonces, de un dilema ético y técnico. ¿Es justo pedir que todos los sectores sean tratados igual cuando las condiciones de partida no son equivalentes? La neutralidad del Estado no debe confundirse con indiferencia hacia aquellos que han aportado desde su rol a la sociedad. La propuesta, aunque legítima en su intención de racionalizar recursos y respetar la laicidad, pareciera necesitar un enfoque más matizado para garantizar que la balanza de la justicia no se incline desmedidamente hacia un lado.
Este parecería ser el caso donde ley pareja no es rigurosa, pero sí dañina.

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