La información que surgió días pasados sobre un “hecho” irregular detectado por la Auditoría de la obra social más grande de la provincia, el IPS, encendió la caldera de los medios de comunicación a su máxima potencia y convirtió este “hecho” irregular en un presunto delito y en un escándalo público.
A veces los escándalos públicos se parecen más a una obra teatral, a un juego, que a un expediente judicial. Algunos personajes hablan demasiado, otros callan en los momentos clave y otros, directamente, ni saben por qué están en escena.
Lo que está pasando entre el cardiólogo Edmundo Falú, el IMAC y el IPS es exactamente eso: un enredo, un entuerto, un drama con olor a disputa interna, declaraciones cruzadas y medios entrevistando a todos… menos al actor que realmente importa.
Porque en esta obra, o en este juego, conviene aclararlo desde el principio, hay un actor principal —la Justicia— y tres actores secundarios, cada uno con su libreto manchado por la situación, cada uno cargando su parte del problema, cada uno pudiendo ser víctima o victimario según desde dónde se mire.

Edmundo Falú y Fernando Saavedra, dos caras en un mismo espejo.
1. Falú: el cardiólogo cuyo nombre aparece donde él dice no haber estado
Está Edmundo Falú, el cardiólogo cuya firma aparece en órdenes médicas después de que —según él— ya no tenía vínculo laboral con IMAC.
Falú sostiene que no estampó esas firmas ni realizó esas prácticas médicas que fueron presentadas en el IPS para su pago, en este caso, por el IMAC.
El IMAC sostiene que sí trabajaba para ellos y atendía pacientes.
¿Quién dice la verdad?
2. IPS: la obra social atrapada entre el deber, la sospecha y la política
El IPS aparece como el organismo que debería controlar, auditar y poner orden.
Pero también es una institución politizada, con internas propias y con un historial de demoras en pagos que impactan directamente en los prestadores.
El ministro Mangione aclaró que por este tema, hay una denuncia penal.
Bien: es lo que corresponde.
Pero la pregunta madre sigue sin respuesta: ¿por qué el sistema permitió que circulen órdenes con una firma presuntamente falsificada sin detectarlo antes?
Hasta que eso no se responda, para muchos el IPS no es el denunciante: es otro eslabón vulnerable del sistema.
3. IMAC: el acusado que se defiende denunciando hostigamiento
La clínica IMAC quedó en el centro de la tormenta por el presunto uso indebido del sello y la firma de Edmundo Falú, sumado a una supuesta sobrefacturación al IPS que no está comprobada ni denunciada formalmente.
El dueño del sanatorio, Fernando Saavedra, habla de hostigamiento estatal, de persecución mediática, de auditorías que nunca encontraron pacientes fantasmas y de una relación tensa con el Gobierno desde que hace meses dejaron de atender al IPS por falta de pago y de que el IPS le debe al IMAC una suma considerable que rondaría los $ 600 millones.
¿Víctima o responsable?
Depende del acto de la obra que se mire.
En este contexto, el actor principal es quien debe hablar.
Lo que queda claro es que Falú, hoy, también es víctima: de un uso indebido de su sello o de un sistema que no registra con claridad los vínculos profesionales.
El actor principal, la Justicia, parece que todavía no aprendió o estudia muy lento su libreto en esta obra.
